Las escaras también son conocidas como úlceras por presión o de decúbito. Se crean cuando hay una presión continuada contra una superficie dura que termina dañando la piel y los tejidos subyacentes.
Su gravedad varía y pueden ser desde leves rojeces hasta graves úlceras que afectan al músculo y al hueso.
¿Por qué se producen las escaras?
Pueden aparecer a cualquier edad, aunque son más frecuentes en las personas de edad avanzada y en aquellas que están enfermas y deben pasar largos periodos de tiempo encamadas o en silla de ruedas. La dureza de estas superficies y la presión constante que se ejerce hacen que los vasos sanguíneos se opriman y no lleven a la piel el oxígeno y los nutrientes necesarios, provocando la muerte de los tejidos y favoreciendo la formación de úlceras.
Los síntomas de las escaras son diversos, pero podemos distinguirlas por:
- Enrojecimiento de la piel
- Áreas calientes
- Piel esponjosa o dura
- Aparición de una ampolla
- Erosión de las capas superiores de la piel
¿Cómo se curan las úlceras?
En función de su gravedad, podemos diferenciar cuatro fases y cada una de ellas tiene un tratamiento específico:
- Hay una irritación de la piel pero no se ha perdido tejido cutáneo. Se debe mantener la zona limpia y seca, además es conveniente utilizar un apósito para evitar posibles daños.
- Podemos comprobar la existencia de una herida y es necesario cuidarla de igual forma que en la fase anterior, excepto si hay infección en cuyo caso debemos acudir al médico.
- Hay pérdida de piel y la úlcera es una herida en forma de hueco, aunque su profundidad no es elevada. El elevado riesgo de infección provoca que las curas en esta fase deban ser realizadas por personal sanitario.
- La úlcera ha llegado al músculo, hueso, etc. El riesgo de infección es muy alto y únicamente debe ser tratada por personal especializado.
Ante cualquier signo que nos haga sospechar que se está formando una úlcera, debemos acudir a nuestro médico o a la enfermera para que nos diga cómo actuar.
¿Se pueden prevenir las escaras?
Evitar su aparición o su empeoramiento es sencillo si prestas atención a tu cuerpo, sobre todo si perteneces a alguno de los grupos de riesgo. Hay zonas en las que es más común que aparezcan estas heridas, por lo que es necesario revisar todos los días lugares como: los talones, los tobillos, las rodillas, los dedos de los pies, la cadera, el área del cóccix, los codos, las nalgas, etc.
Para aquellas personas que están largos periodos en la misma postura, lo ideal es mover el cuerpo y cambiar de posición regularmente. Además, existe una amplia gama de colchones de espuma y de cojines especiales que alivian las presiones en las zonas más vulnerables.
Otra forma de prevenir úlceras y complicaciones es mediante la utilización de apósitos y vendas especiales que protegen y aceleran la curación. También se puede aplicar por precaución una pomada específica que nos ayude a evitar infecciones.
Si la gravedad es mayor será necesario utilizar otras técnicas como la cirugía para sellar la herida o el desbridamiento, que consiste en retirar parte del tejido muerto por medio de irrigación, ultrasonido o láser.