La hipotensión o también “presión arterial baja” se produce cuando la presión arterial está por debajo de 105mmHg. Una hipertensión (o presión arterial alta) es más fácilmente detectable que una hipotensión. Por eso es más complicado distinguirla de una presión arterial normal.
Tener hipotensión por si sola no se puede considerar como una enfermedad. Son la aparición de los síntomas adjuntos, como mareos, ver manchas brillantes o un cansancio excesivo, los que pueden ser motivo de una preocupación objetiva. Recordemos que una hipertensión arterial si puede producir daños orgánicos más graves (accidentes cardiovasculares, un ataque cardíaco, etc.).
Por lo general no es necesaria una medicación. En la mayoría de los casos se puede atajar una hipotensión con simples “remedios caseros” para estimular la circulación, como una ducha con agua fría o algo de ejercicio al aire libre.
Pero todo ésto no debe poder ocultar el hecho de que la hipotensión podría llegar a ser un indicativo de una enfermedad o patología, como un trastorno de la glándula tiroides o un problema con el músculo cardíaco.
TRATAMIENTO
Una presión arterial baja sólo necesita un tratamiento cuando hay algún tipo de riesgo para el paciente o que ya tenga diagnosticado una enfermedad previa que sea el causante, en caso contrario no requiere una actuación específica. La mayoría de las veces, unas medidas caseras simples (descritas más arriba), son suficientes para atajar el problema. Así que antes de iniciar cualquier tratamiento farmacológico, siempre debe haber un diagnóstico médico previo que determine si hay un motivo patológico que lo requiera.
Como fármacos (siempre bajo prescripción médica), existen varias modalidades, como por ejemplo los llamados agentes simpaticomiméticos, que actúan sobre el corazón y los vasos sanguíneos para aumentar su presión en arterias y venas. Estos medicamentos pueden a su vez producir efectos secundarios adversos como palpitaciones, intranquilidad o ansiedad. En los casos más graves por una hipotensión ortoestática (que es una dificultad en la adaptación de la regulación de la presión arterial al cambiar la posición del cuerpo, tales como la transición de estar sentado o de acostado a ponerse en pie), se requiere el uso de los llamados alfa agonistas adrenérgicos.
En definitiva, lo importante es saber que por norma general, no debemos asustarnos por una bajada de presión. Y que un médico es la única persona capacitada para determinar si debemos llevar un tratamiento farmacológico o no. De todas formas no dudes en preguntarnos en la farmacia si tienes cualquier cuestión sobre este tema. Además siempre conviene tener la presión bajo control.
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